En mi cabeza van desfilando animalitos de un zoológico. Cada cual con su gracia, cada cual con sus defectos.
La curva del amor se me fue al subsuelo y en la última inundación la tapo el agua.
Me dice que si tengo gata y plantas el pronóstico no es muy positivo.
Me pregunto qué tiene de malo tener gata: mientras ella este conmigo dormiremos abrazadas y desistiré la tentación de abrazar alguno de ...esos animalitos del zoo.
Mientras tenga plantas voy a poder hablar hasta el cansancio sin que me pidan que me calle, ni siquiera en forma elegante.
No me gusta ir al zoológico porque tiene rejas y las rejas me asfixian. El lugar que habitan huele mal y cada animal se cree tan único que agota con su vanidad. Juegan con el verso del cautiverio y la extinción y se ponen el título de distintos pero hasta el hipopótamo se convierte en gacela cuando le pinta escapar.
Me cansé de pararme del otro lado tirando galletitas, de aplaudir monadas y que me de ternura el show del delfín, de esperar que el oso polar se despierte para caminar dos pasos y volverse a zambullir en su hábitat de mentira.
Mi gata siamesa ruge más fuerte que el león y mientras riego las plantas pienso en lo lindo que sería dejar abiertas las jaulas a ver si se van a Madagascar, o mejor a la concha de la lora, ya que estamos hablando de animales.
La curva del amor se me fue al subsuelo y en la última inundación la tapo el agua.
Me dice que si tengo gata y plantas el pronóstico no es muy positivo.
Me pregunto qué tiene de malo tener gata: mientras ella este conmigo dormiremos abrazadas y desistiré la tentación de abrazar alguno de ...esos animalitos del zoo.
Mientras tenga plantas voy a poder hablar hasta el cansancio sin que me pidan que me calle, ni siquiera en forma elegante.
No me gusta ir al zoológico porque tiene rejas y las rejas me asfixian. El lugar que habitan huele mal y cada animal se cree tan único que agota con su vanidad. Juegan con el verso del cautiverio y la extinción y se ponen el título de distintos pero hasta el hipopótamo se convierte en gacela cuando le pinta escapar.
Me cansé de pararme del otro lado tirando galletitas, de aplaudir monadas y que me de ternura el show del delfín, de esperar que el oso polar se despierte para caminar dos pasos y volverse a zambullir en su hábitat de mentira.
Mi gata siamesa ruge más fuerte que el león y mientras riego las plantas pienso en lo lindo que sería dejar abiertas las jaulas a ver si se van a Madagascar, o mejor a la concha de la lora, ya que estamos hablando de animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario