miércoles, 3 de marzo de 2010

... Y esas malditas etiquetas...

Me irrita ese don que poseen algunas personas de querer catalogar cada situación y/o persona en cierto estereotipo.
Pero más me irrita, la capacidad que tienen ciertos individuos en ver en el otro, justito "eso" que falta y convertirlo en "defecto", como castigo por osar tenerlo.
Por eso detesto las etiquetas. Las de todo tipo.
Voy a traer un caso de la vida real:
Hace unos años, trabajaba en en una emprsa donde uno de los gerentes solía dirigirse a mí como "flacucha".
Cansada de esa situación, una buena vez lo confronté, y le dije que no me gustaba que me llamara de ese modo...
El tipo se sorprendió y me dijo que era en tono afectuoso... entonces, a mí que nada me cuestan los cuestionamientos, le respondí:
- y si en vez de pesar 50 kg, pesara 150... cómo me llamarías?
El tipo me miró sorprendido, y no sabía que responderme.
Yo también, confieso, me quería matar. Peroera tarde para eso. Ya estaba todo dicho.
No me acuerdo bien cómo salí de esa situación, pero lo que sí recuerdo es que a partir de ese momento me empezó a llamar por mi nombre.

Honestamente, me rompe la paciencia la gente que se pasa la vida etiquetando, así, sin filtro.
Sin tener en cuenta el daño que hace haciendo público una característica personal, en un ámbito en el que no todos somos amigos intimos. Humillando inútilmente al otro por el simple hecho de hacer un chiste pedorro, o como este pobre tipo, queriendo caer en gracia.
Hay un límite entre la acidez y la agresividad... muy delgado.
No todo el mundo es capaz de visualizarlo.


Hasta la próxima!

No hay comentarios:

Publicar un comentario