lunes, 14 de octubre de 2013

El día en que se conocieron mi ego y tu ego
se miraron de pies a cabeza
desconfiaron el uno del otro
pegaron la vuelta y se fueron.

El día en que descubrí que tu ego
era más alto que vos
más fuerte
más intenso
sentí que el mío se encogía...
se evaporaba como alcohol
se manchaba en lavandina.

Porque bien supiste clavar con tus palabras
puñaladas en el alma
intentando soñar despierto
dormir sin sueño
sin resaca de invierno.

La tarde que despedí a tu ego
de mi cama, de mis días
el mío se fue reconstruyendo
floreciendo en primavera
y en esa maceta podrida que habías dejado
reverdeció de besos y caricias
un ego resplandeciente
de lejentejuelas y brillantina
de luces de neón en avenida

Se nutrió de palabras musicales
susurradas en el oído
gritadas desde las entrañas
desgarrando de mi cuerpo
el dolor de la avería
liberándose del cautiverio
y explotando de energía.

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